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NOTAS IAC: DANIEL "CHAMA" MONTALI - INDEPENDIENTE ES UN ORGULLO - 01/06/2018

NOTAS IAC: DANIEL "CHAMA" MONTALI - INDEPENDIENTE ES UN ORGULLO - 01/06/2018

Alejado ya hace tiempo del club de sus amores, ese lugar que siempre visita al volver, Daniel “Chama” Montali se brindó para una entrevista a fondo. El testimonio de un hombre que transpiró la camiseta Coreana como pocos

No sin alguna duda (por no decir muchas) ni nostalgia, ni hablar de lágrimas, a fines de 1984, el hombre se despedía en el lugar correcto, dentro de una cancha de fútbol, como debía ser. A su partida, se acercaron familiares, amigos, hinchas y sus pequeños, aquellos proyectos de futbolistas que años más tarde le darían alegrías a la institución.


Hoy por hoy, los kilómetros lo mantienen distanciado de un lugar que es como su casa, pero justamente por eso, por ser como su casa, tiene las puertas abiertas para regresar cada vez que se da una vuelta por Chañar Ladeado. Él es Daniel Montali, conocido popularmente como “Chamamé”, o simplemente “Chama”, una de las tantas glorias, de las tantas personas que son entrañables y dejaron una huella imposible de olvidar en la institución.


Aprovechando su estadía en el pueblo, representantes de Voces Coreanas y El Coreanito se acercaron para dialogar con él y recorrer sus años en Independiente.


Como en toda historia, Montali comenzó por el principio, su infancia, sus inicios en Independiente: “En el Baby Fútbol compartí equipo con mis vecinos del barrio San Juan, me acuerdo de Omar Cuello, Carlos “Rubio” Bruno, el “Cali” Bustos, mi hermano el “Chueta”. Éramos muy humildes, nos costaba tener una pelota y hasta un conjunto deportivo para jugar, pero nos la rebuscábamos. Si no era Fútbol, veníamos acá y lo sacábamos de las casillas a Nilo Teloni jugando a la paleta”.


Ya metidos en el terreno futbolístico, el Chama se refirió a sus características y a sus primeros pasos: “De a poquito fui subiendo, jugué un año en Sexta División, otro en Quinta, después un año lo hice en Primera y cuando agarré la camiseta de Primera no la solté más”.


Y agregó: “Yo era positivo para el equipo, no tanto por ser bueno técnicamente o futbolísticamente, sino que tenía un corazón y una entrega muy grandes por este deporte y siempre me adaptaba a lo que me pedían los entrenadores. En mis comienzos yo quería jugar, no me importaba otra cosa, he llegado a jugar de wing izquierdo siendo defensor. De grande pude establecerme en mi puesto”.


A su vez, se acordó de aquel icónico equipo campeón de 1967, plantel al cual admiraba cada domingo cuando iba a la cancha, con jugadores de los cuales supo sacar lo mejor con sólo mirarlos. “Cuando era chico, en el ’67 que Independiente fue campeón con ese equipo memorable, hubo un central que era de Rosario, de apellido Gómez, me gustaba mirarlo, cómo marcaba, o cómo iba al piso, cómo cabeceaba, observándolo aprendí mucho.

También lo hice de otros compañeros como el “Rana” Cuello, un jugador muy inteligente, con mucho despliegue, de esos futbolistas mayores he aprendido mucho”, confesó.


De la misma forma, se refirió al momento soñado por todo joven futbolista; el debut en Primera División. “Cuando me citaron por primera vez a Primera, se lo conté en seguida a mi vieja que era la hincha número 1. Verla en la tribuna ese día es un recuerdo imborrable. Tengo recuerdos muy lindos de mi debut, ese partido lo hice insólitamente como wing derecho, tenía 18 años. Con tal de jugar hasta iba de arquero, la cuestión era estar”, afirmó.


Y además expresó: “En aquellos años formamos muy buenos equipos locales. Teníamos poca gente, pero los que estaban brindaban el corazón por Independiente”.

En cuanto a su época de jugador, el Chama se sinceró en cuanto a sus cualidades y defectos diciendo: “Era un jugador no muy agresivo, pero quería mucho la camiseta y a veces perdía un poco los estribos. Por suerte con mis compañeros siempre hablábamos mucho y nos entendíamos muy bien en el fondo. Para mí el fútbol es una pasión, hoy en día tengo 66 años y cuando puedo me prendo en algún picado, el día que me falte correr detrás de una pelota, voy a perder una parte muy importante de mi vida”.


Referido al mismo tópico y centrándose en su enorme capacidad de liderazgo, también dijo: “Yo tenía a favor mi temperamento, eso me llevo a jugar en Primera y a ser capitán. Siempre fui un poco líder, hasta jugando en el Baby, era muy intenso, no me cansaba nunca, me gustaba mucho formar grupos, que son fundamentales para compartir las penas, las alegrías, para poder ser campeones. No éramos únicamente compañeros, en sí el club funcionaba como una familia, son recuerdos que nunca voy a borrar”.


Más allá de su historia personal, Montali pudo darse el lujo de jugar en la máxima divisional con sus dos hermanos, pero particularmente fue elogioso para con uno de ellos. “Mi hermano “Chueta” empezó a jugar en Primera a los 15 años. Era un jugador muy técnico, totalmente diferente a mí, le pegaba muy bien a la pelota, para nosotros era un jugador de otra galaxia, creo que no tuvo la suerte de haber jugado en esta época, si no, con la exposición que hay, creo que podría haber jugado en la Primera de cualquier equipo del fútbol argentino”, opinó.


Con más de 15 años ininterrumpidos vistiendo la casaca Coreana, Montali comenzó a recordar a muchas personas con las que compartió momentos en el club, sobre todo desde el lado del deporte: “Me acuerdo de la dupla técnica de José “Pepe” Ruffini y Alfonso Orúe. Quizá de fútbol no sabían mucho, sinceramente lo digo, pero fueron personas que nos enseñaron a querer la camiseta, eso no se paga con nada. La Comisión de Damas nos acompañaba en todo momento, me acuerdo de Nando Bedetti y de tantos otros”.


En cuanto a logros, Chama sin dudas eligió la vuelta olímpica de aquel equipo de 1976 que él integró: “El campeonato que obtuvimos en el ’76 es uno de mis mejores recuerdos, hacía casi 10 años que Independiente no salía campeón, creo que festejamos tres días seguidos después de la final.

Teníamos un equipo casi en su totalidad compuesto por jugadores locales, únicamente el “Luli” López era foráneo, de Firmat, era nuestro arquero, y Tripcevich que era un central de Cafferata”.


Sobre aquella histórica campaña, el ex futbolista mencionó varias anécdotas: “Esperábamos que Pepe trajera la pelota, teníamos una y media para entrenar, entonces calentábamos dando unas vueltas a la cancha y antes de cada partido teníamos su charlita técnica. Todos los domingos nos repetía las tres mismas frases: “Vos Luli vas al arco”, y era el arquero ¿adónde iba a ir?, aplaudíamos todos. “Vos Chama, no te vayas”, porque yo jugaba de 6 y siempre me iba al ataque, renegó siempre conmigo en ese aspecto. La tercera era para Jorge Haumüller, que jugaba de 9: “Vos Jorge, cuando entrés al área, pegale a lo Mongoreto Flores ¡zurzile!. Vaya uno a saber quién fue Mongoreto Flores”.


Aquellas famosas frases de Pepe Ruffini terminaron generando un divertimento externo en ese plantel. “Eran siempre las tres mismas frases, entonces nosotros en la semana jugábamos una especie de Prode y apostábamos cuál iba a decir primero, cuál segunda y cuál tercera, no las decía siempre en el mismo orden. Nos divertíamos mucho”, afirmó.


En relación a lo futbolístico, Montali no dudó al resaltar las cualidades de aquel plantel: “Lo bueno del equipo es que teníamos una estructura que nos permitía planificar los partidos dentro de la cancha. Sabíamos cómo jugaban los rivales, en la final jugamos con un Deportivo que tenía un muy buen equipo, andaba muy bien, pudimos marcarlos bien como visitantes y nos trajimos un empate, de locales les ganamos 2 a 1, los superamos muy bien”.


A su vez, se encargó de remarcar la gran diferencia que existe entre el fútbol de aquel entonces y el actual, afirmando además que podría haber continuado con su carrera por muchos años: “Nosotros más que jugadores éramos hinchas, el hincha que jugaba un poquito mejor llegaba a Primera. Mi sentimiento por el club era muy grande, si no me hubiese ido en su momento creo que hubiese jugado hasta los 40 o 45 años, o hasta que me dijeran basta”.


Durante toda la nota, el Chama se encargó de remarcar la pasión con la cual se jugaba en ese tiempo, motivo que no se interponía para nada con sus famosas salidas nocturnas. “Al querer la camiseta, corríamos el doble, entrenábamos tres veces por semana. Muchas veces el DT renegaba conmigo porque a mí me gustaba salir de noche, no me quedaba un sábado en mi casa. Pepe Ruffini me decía “vos Chama salí el sábado, porque después te la aguantas, pero a los compañeros que te acompañan devolvelos temprano”, comentó.


Y sobre sus interminables noches de sábado, sumó otra anécdota: “Muchas veces Pepe pasaba los domingos a la mañana en bicicleta por mi casa para ver cómo estaba, simplemente cómo estaba porque sabía que seguro había salido, el tema es que a veces volvía y otras veces no. Mi vieja siempre me defendía. En una semifinal me iba a dormir 04:00 hs. o 04:30 hs. de la madrugada”.


También hubo tiempo para recordar los clásicos de aquel entonces, partidos que todo jugador quería disputar. Su generación contó con un récord positivo a principios de los ´70, pero todo cambió en aquella fatídica tarde, en aquella triste y recordada final de 1978 ante Chañarense.

“Jugar el clásico era algo muy lindo, la previa se vivía en la semana. En la década del ’70 nos fue muy bien, hasta la final del ’78 que la tengo grabada en el corazón, fue un partido que me dolió mucho, jamás voy a entender lo que pasó esa tarde, hubo mucha suspicacia alrededor de eso y prefiero no tocar el tema. Fue duro perder y volver a comenzar al día siguiente”, afirmó visiblemente conmovido por el recuerdo.


A pesar del dolor de aquella derrota, Montali afirmó que aquel duro golpe impulsó al club, entre otras cosas, darle un orden y una estructura a sus Divisiones Inferiores. “Tras esa final recomenzamos de a poco, pusimos los pies sobre la tierra y en conjunto con varios padres empezamos a darle forma a las Divisiones Inferiores, que no tenían una estructura organizada. Esos años que viví con los más chicos fueron de los más lindos que pasé, no sé si les enseñábamos bien a jugar, pero sí a querer la camiseta. Tuvimos la suerte que muchos de aquellos chicos pudieron llegar a Primera”, dijo.

Y también agregó: “De a poco fuimos sumando gente, organizábamos rifas, feria de platos, con trabajo a pulmón pudimos comprar camisetas, pantalones, pelotas, ¡hasta un colectivo llegamos a comprar!”.


En el rubro anécdotas, tuvo también tiempo para hacer otra mención: “Hubo muchas anécdotas de aquellos tiempos, recuerdo particularmente la gran colaboración del “Tato” Fiornovelli y de Daniel “Pupi” Pellegrino, que hasta llegó a hacer de técnico en algún partido de los más chicos porque los domingos yo tenía que jugar en Primera, eso sí, con las indicaciones mías desde atrás del alambrado”.


A su vez, Montali se encargó de detallar el trabajo técnico que realizaban con los chicos en aquel entonces, radicalmente diferente a lo que sucede actualmente: “Nuestro principal trabajo en cuanto a lo técnico era tratar de ubicar a los chicos dentro de la cancha, respetando sus puestos.

Trabajábamos algunas cuestiones técnicas, después los que tenían picardía y habilidad se destacaban por sí solos, los demás iban mejorando con el tiempo”.


Tras muchísimos años de trabajo, entrega, garra y sacrificio, la vida le puso al Chama una oportunidad laboral que no pudo rechazar y, muy a su pesar, tuvo que abandonar Chañar Ladeado, lo que también significó abandonar Independiente, su segundo hogar.


Obviamente, el club supo rendirle homenaje a su trayectoria y el hombre tuvo su tarde de protagonismo, retirándose del Coreano dentro del campo de juego. “Mi despedida en el ’84, con la presencia de todos los chicos saludándome, verlos a ellos llorando fue algo muy emocionante, que me emociona aún hoy al recordarlo”, afirmó.


Viendo al club en retrospectiva y evaluando su actualidad, Montali afirmó que le genera mucha nostalgia la distancia: “Independiente es parte de mi vida, siempre lo llevo en el corazón. Ahora estoy lejos, pero cada vez que vuelvo a Chañar tengo que pasar sí o sí por el club”.

Pero, de la misma forma, lo reconforta un agradable sentimiento al ver el gran crecimiento que tuvo Independiente desde su partida: “Me genera una gran alegría que hoy por hoy Independiente esté como está en todos los sentidos, sobre todo con una escuela de Fútbol bien conformada. Independiente es un orgullo, una pasión, lo es ahora y en la época en que no teníamos nada”.


Así pasó un nuevo personaje, de los ilustres, de los de antes, los que pasaron buenas y malas y vivieron esas épocas de pleno auge, en donde las cosas recién estaban comenzando a gestarse, fue de esos que aportaron su granito de arena y fueron pilares de una institución que con el paso del tiempo adquirió otra dimensión. Una entrañable y emotiva conversación con Daniel Montali, o el Chama, así es como todos lo nombran en los pasillos de Independiente.